La evaluación, mirada con cierta lógica, será siempre una valoración subjetiva, es decir, aproximada, con la cual tratamos de dar cuenta de los niveles de aprendizaje y apropiación de contenidos, por parte de los estudiantes. Por esta razón, cualificar o cuantificar un saber, siempre estará en el cruce de caminos que vienen desde las políticas educativas o desde los diseños curriculares. El grado de conocimiento de un alumno, en un periodo, tiene que ver con tantas circunstancias, que someterlo a examen siempre será un proceso riesgoso. Por lo anterior, es que hay que preguntarnos, con la caricatura, si se trata de evaluar o de examinar, puesto que el estudiante siempre queda atrapado entre el saber académico, el saber libresco, la memoria o la opinión propia.
Piedad,
ResponderEliminarEn primer lugar, encuentro en la generalidad de los planteamientos que se precisan en este blog, coherencia, claridad de la argumentación, secuencialidad y sistematicidad de los planteamientos; lo que se constituye en una posibilidad para que el otro como lector se ubique de manera asertiva.
En segundo lugar, al hablar de la evaluación es claro que la subjetividad tiene una directa incidencia en el proceso de valoración de un proceso, la apropiación de un saber o el dominio de una competencia, sin embargo, ante la necesidad de dar cuenta de un determinado elemento de estos el papel del maestro es de la manera mas cauta y centrada, mediar para que las valoraciones sean respuesta a los desarrollos de cada sujeto. Alli se encuentra la complejidad de la evaluación.
Mil gracias por los aportes.
Hola Sandra: Agradezco tu comentario, sobre la evaluación, que pienso es un muy claro frente a la subjetividad que atraviesa este proceso. Evaluar seguirá siendo un proceso arriesgado, puesto que, medir el saber en términos numéricos o en letras, siempre serán valoraciones superficiales de lo que pueda representar, el saber, en términos cognitivos.
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