martes, 14 de febrero de 2012

CRUCE DE MIRADAS

Dos espacios.  Dos actividades. Dos sujetos. Dos miradas que se cruzan sobre un mismo objetivo: El saber.  Luces y sombras sobre un objeto tecnológico que se ha insertado en nuestras vidas: El computador.  Un instrumento de comunicación, un reto para la educación, un desafío para las mentes y un objeto más que se integra a lo social, sín mucho interés, para aquellos a quienes le es indiferente.
X de 25 años, fanático de la tecnología, ha adecuado su mundo y su espacio vital  para que la tecnología esté a la mano. Un computador, un nintendo, un IPOD, una consola de sonidos, videojuegos, cámaras, son los elementos que acompañan su cotidianidad.
Me muevo despacio detrás de él.  Le observo. Analizo sus reacciones. Sus ojos concentrados en la pantalla. Sus dedos ágiles sobre los teclados, que vuelven una y otra vez a las diferentes ventanas que le ofrece el espacio virtual.  Le lanzo una serie de preguntas centradas en el uso de la tecnología, en sus aplicaciones educativas, en su uso como herramienta de trabajo y en las bondades como herramienta personal.
Sín dejar de mirar el computador me habla de la plataforma moodle que permite guardar documentos y enviar, complementar las notas de apoyo de las clases presenciales.  Aprendió por iniciativa propia y fue perfeccionándose cada vez más.  Esto le permitió entender que esta herramienta optimiza procesos, ahorra tiempo, conserva la información, permite descubrir otros intereses, compartir con otras personas, en tiempo real, una información o aclarar una duda.
Sin embargo, es consciente de que su uso no debe reemplazar la cercanía física con el otro, su porcentaje debe ser 50% y 50%. Por tanto su optimización, obedece más a un uso racional que lo entienda como una posibilidad para solucionar problemas.  En lo laboral, le ha permitido ahorrar tiempo y espacio al comunicarse con sus clientes, al enviarle trabajos a partir de este medio y poder disponer del tiempo para otras actividades.
De repente se detiene, piensa. Un brillo en los ojos, me da entender que una nueva apreciación quiere compartirme.  Entonces retoma sus reflexiones. Sabe que soy educadora y me lanza una advertencia: Hay que tener mucho cuidado con los niños porque la tecnología “engoma”, es decir aísla, porque su encanto te hace olvidar de los otros, los videojuegos te entretienen a niveles que nunca hubieras pensado y terminas excluyéndote y negando lo social.  En otros términos, es un arma de doble filo para quien no es capaz de entender el uso racional que debe dársele.
Y de 44 años, lector desde temprana edad, docente del área de sociales, fue durante mucho tiempo un autodidacta que creció con libros y unas hojas en blanco para tomar apuntes.  La tecnología le es indiferente, a pesar de que es consciente de que como herramienta, es una exigencia de los nuevos tiempos.
Su espacio, es una habitación, con una biblioteca, un escritorio, unos legajos de hojas y un portalápices.  Sobre su cama un libro abierto que actualmente lee.  Sobre el escritorio otros libros abiertos y separados en páginas especiales donde debe leer algunos datos que necesita.  Escribe, tacha, vuelve a escribir, en un proceso de pensamiento y creación que se revela en el texto.
Le pido su opinión sobre la tecnología.  Levanta la mirada y habla con cierta convicción.  Me dice que hasta el momento no ha necesitado la tecnología, que respeta ese mundo virtual y que sigue creyendo en el valor de los libros. Sin embargo, muy adentro de si sabe que el mundo en el cual vive, la sociedad con la cual comparte su vida, las empresas, los colegios y las instituciones de la actualidad sólo funciona a través de los medios virtuales.  Sabe que no le va hacer posible separarse de esta realidad.  También sabe que tampoco podrá prescindir de los libros para su vida.
Pienso en estos dos sujetos a quienes mueve el saber. Imagino que Y debe estar en su cuarto, abriendo un nuevo libro y empezando una nueva aventura.  A esa hora es probable que X ya haya abierto una nueva página en su mundo virtual. Ahora sé que son dos hombres abismados en sus propios mundos.

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